Hoy os dejamos una receta muy simple y sabrosa, como la vida misma. Hecha con dos ingredientes principales y muchas especies. Este plato lo podéis preparar y comer tanto frío como caliente. Ideal para llevar fuera de casa.
Por cierto, a partir de eso me viene una reflexión...
Muchas veces olvidamos que lo sencillo o simple es muy valioso. Pretendemos ocupar nuestras vidas con muchas actividades, acompañarla con muchos objetos a nuestro alrededor o sacar la "puntilla a las cosas". La naturaleza es mucho más simple, se nace, crece y muere. Durante ese trayecto se busca lo esencial para poder nutrirse y seguir vivos, como es el caso de los animales y las plantas, verdad? Pero en el caso de los humanos es más complicado, aun si la esencia es la misma, nos obstinamos en hacerlo todo difícil: tener el mejor coche; ser el mejor en todo; tener la mejor casa; el mejor trabajo; el máximo reconocimiento social...y un largo etc.; por no decir que en el trayecto intentamos "rizar el rizo " con conversaciones o actos que no comprendemos por falta de información pero de los que sí opinamos y sólo nos conllevan más problemas... Osea, un lío! Algo sencillo se vuelve tan duro que muchas veces uno puede dejar incluso de vivir de manera voluntaria, como es el caso de los delfines cuando dejan de respirar por decisión propia.
Muchas veces olvidamos que lo sencillo o simple es muy valioso. Pretendemos ocupar nuestras vidas con muchas actividades, acompañarla con muchos objetos a nuestro alrededor o sacar la "puntilla a las cosas". La naturaleza es mucho más simple, se nace, crece y muere. Durante ese trayecto se busca lo esencial para poder nutrirse y seguir vivos, como es el caso de los animales y las plantas, verdad? Pero en el caso de los humanos es más complicado, aun si la esencia es la misma, nos obstinamos en hacerlo todo difícil: tener el mejor coche; ser el mejor en todo; tener la mejor casa; el mejor trabajo; el máximo reconocimiento social...y un largo etc.; por no decir que en el trayecto intentamos "rizar el rizo " con conversaciones o actos que no comprendemos por falta de información pero de los que sí opinamos y sólo nos conllevan más problemas... Osea, un lío! Algo sencillo se vuelve tan duro que muchas veces uno puede dejar incluso de vivir de manera voluntaria, como es el caso de los delfines cuando dejan de respirar por decisión propia.
Por eso, desde aquí, reivindico volver a lo básico, a apreciar la vida y disfrutar del trayecto; a descubrir los amaneceres, las puestas de sol; a pasar un rato escuchando el silencio; a disfrutar de lo que tenemos y a no querer tener lo que otros tienen; a prestar atención a los que amamos, sin dobleces ni malos entendidos; a buscar soluciones y no crear problemas; a ser sinceros sin hacer daño; a disfrutar de la felicidad y también de la felicidad de los demás; a comer cosas sencillas y poco elaboradas, pero llenas de cariño. Simplemente, a disfrutar de la vida misma.
¿Os animáis a revisar vuestra vida y volver a lo básico?
INGREDIENTES (2 PERSONAS):
8 patatas grandes (cantidad optativa)
400 gramos de judías verdes frescas o en lata (mejor si están en conserva de cristal. Podéis cambiarlo por cebolla, guisantes, etc.)
1 ramillete de perejil fresco
2 ajos
1 cucharada de curry
1 pizca de cúrcuma
1 piza de pimienta negra
1 pizca de sal
1 chorrito de aceite de oliva
Se limpian las patatas y se llevan a ebullición en un cazo con agua. Cuando estén listas las patatas se cortan las judías verdes y se hierven con poca agua durante unos minutos. Una vez los dos ingredientes están cocidos, pelamos las patatas y las cortamos, añadimos aceite a una sartén y lo salteamos todo unos minutos con las especies y el ajo a trocitos, hasta que se haya dorado todo un poco. Siempre a fuego lento.
Ahora solamente queda añadir el perejil cortado, removemos y listo!
Bienvenida la sencillez |
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